Cuatro de la madrugada (25 de Enero del 2018)

Voy a retomar mis propias palabras, citándome como artífice de mi propio destino. Ahí va: "funciono mejor sola".
Con el alma hecha un bollito, el corazón que sólo se limita a bombear sangre y la mente corriendo a mil por hora, lo cual hace que escriba esto a las 4 de la mañana de un semi-caluroso jueves de Enero. Si, así de mal se puede estar.
Razones, podría nombrar varias pero hoy por hoy la causa de mi desorden del sueño es una persona. Él, quien tanto mal y bien me hizo durante casi dos años hasta que ¡puf! todo se transformó en una nebulosa de llanto, discusiones, un tercero que poco tenía que ver con nuestros planes a futuro (y lo peor, que su función debería haber sido la de guiarNOS).
De a ratos tengo ganas de llorar, en otros de escuchar música bien fuerte y cantar con todas mis ganas. También me surge la imperiosa necesidad de hablarle, aunque sea para preguntarle ¿te hice falta este miércoles? Y mi respuesta a eso sería. sí, muchísimo, tanto que no te das una idea.

Te extraño y te pienso,
te quiero y a la vez te odio.
Quiero darte un beso y gritarte,
besarte y empujarte.

Que me digas que va a estar todo bien,
que mi corazón ya no va a doler.
Y si nos olvidamos,
nuestro amor igual no fue en vano.

Me consuela el hecho de que nunca vas a ver esto, es un mero escribir para mí. Para recordar, para no olvidar esta etapa grandísima de sufrimiento y sacarme el peso de las palabras de encima.
Listo.

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