Enfermedad vomitiva
Pensé mil veces si escribir o no sobre todo pero la verdad, es algo que me atraviesa desde lo más hondo y pinta de tintes grises mi vida. La palabra cáncer me da ganas de vomitar, encierra todo lo malo del mundo e incluso, podría decir, va más allá de eso. Inventa nuevas formas de padecimiento cruel.
"Tu abuelo está enfermo" "Tu abuelo no se siente bien, ¿te diste cuenta que está distinto?" y yo, lo veía. Cómo no darse cuenta que el hombre que le dió parte de la vida a mi papá, ese mismo que se destaca por hacer los mejores asados, escribir, recitar, bailar en las fiestas y dejar un legado en el barrio... se está marchitando cada vez más rápido. Es injusto, muy injusto.
Creo que gran parte de la familia se imaginaba que su final sería distinto (y muchos no creíamos que tuviera uno, en una suerte de pensar que podría ser inmortal) y menos abrupto. Pero ahí tenes a la Muerte con sus pasos de seda en forma de sangre, suero, válvulas, chequeos y placas, charlas y ¡mierda, mierda y más mierda! Yo no quiero esto, mi papá y su hermano no quieren esto, mi abuela no quiere esto, mis hermanos no quieren esto y mis primos tampoco, nadie quiere esto.
Si acaso hay un Dios que todo lo ve, si existe una figura que vela por los de más acá, le ruego encarecidamente que no le duela y que se pueda ir con una sonrisa. Porque sé que él cree que las cosas pasan por algo, que hay una fuerza que lo protege y se encomienda a ella. Por él es que fui un par de veces a la iglesia, cuando claramente ya no creo en lo que predican.
Tengo mucha bronca y solo quiero que todo vuelva a ser como antes, ese mismo antes en el que nos decían que la operación había salido bien. Un antes en el que Oscarcito bailaba para el cumpleaños de mi hermano, desoyendo los retos de su esposa. El antes en el que festejamos su natalicio en enero, con pileta, verde pasto, comida, torta y mucha gente que estaba feliz por él.
Quiero ese antes, no me gusta este ahora y en el después ni me atrevo a pensar.
"Tu abuelo está enfermo" "Tu abuelo no se siente bien, ¿te diste cuenta que está distinto?" y yo, lo veía. Cómo no darse cuenta que el hombre que le dió parte de la vida a mi papá, ese mismo que se destaca por hacer los mejores asados, escribir, recitar, bailar en las fiestas y dejar un legado en el barrio... se está marchitando cada vez más rápido. Es injusto, muy injusto.
Creo que gran parte de la familia se imaginaba que su final sería distinto (y muchos no creíamos que tuviera uno, en una suerte de pensar que podría ser inmortal) y menos abrupto. Pero ahí tenes a la Muerte con sus pasos de seda en forma de sangre, suero, válvulas, chequeos y placas, charlas y ¡mierda, mierda y más mierda! Yo no quiero esto, mi papá y su hermano no quieren esto, mi abuela no quiere esto, mis hermanos no quieren esto y mis primos tampoco, nadie quiere esto.
Si acaso hay un Dios que todo lo ve, si existe una figura que vela por los de más acá, le ruego encarecidamente que no le duela y que se pueda ir con una sonrisa. Porque sé que él cree que las cosas pasan por algo, que hay una fuerza que lo protege y se encomienda a ella. Por él es que fui un par de veces a la iglesia, cuando claramente ya no creo en lo que predican.
Tengo mucha bronca y solo quiero que todo vuelva a ser como antes, ese mismo antes en el que nos decían que la operación había salido bien. Un antes en el que Oscarcito bailaba para el cumpleaños de mi hermano, desoyendo los retos de su esposa. El antes en el que festejamos su natalicio en enero, con pileta, verde pasto, comida, torta y mucha gente que estaba feliz por él.
Quiero ese antes, no me gusta este ahora y en el después ni me atrevo a pensar.
Mucha fuerza. Espero que la escritura te ayude a sanar. Un abrazo.
ResponderEliminarRecién veo tu comentario. Gracias por las palabras!
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