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Mostrando entradas de 2020

Ellas

La veo de espaldas, pequeña e inmensa a la vez. Su cabello castaño oscuro refleja los últimos rayos de sol, mientras se balancea adelante atrás adelante otra vez. Quisiera tocarle el hombro pero temo asustarla, no sabría bien quien soy. Alguien se me adelanta, toma de la mano a la niña y antes de retirarse, procede a mirar directamente hacia mi. En su mirada, entiendo todo. La mueca de sus labios, tan familiar, es un pedido a que guarde silencio. Y yo obedezco, con un poco de pesar. Ahora las veo alejarse, con las manos fundidas, casi abrazadas una al cuerpo de la otra. Sé que va a llevarla a la luna por mí y será la guardiana de sus sueños, que son los míos. Los de esa adulta también, solo que ya cumplidos. Despierto de la siesta, con un atisbo de sonrisa. Las tres seguimos compartiendo el hábito de llevar flequillo.

Corazón roto / Un nuevo brillo

Recuerdo la primera vez que me rompieron el corazón, bueno la primera y única vez que eso sucedió. Tenía 19 años y la inocencia de quien da todo e idealiza a una persona. A él lo conocía desde primaria, solía hacerme bullying cuando éramos chicos. Compartimos poco tiempo en el mismo salón, luego repitió y se fue a otro colegio. Nunca me importó demasiado, porque claro está que me caía mal por las burlas que hizo sobre mí en su momento. Luego, varios años más tarde, volvió. Era otra persona, nos reencontramos yo estando en el anteúltimo año de secundaria y él un curso menos. Comenzamos a compartir recreos, era lo único que teníamos. Casi dos horas y media por semana, solo para nosotros dos y quienes se nos unieran en ese momento.  Fue como si mi vida tuviera una bocanada de aire fresco gracias a su presencia, en ese edificio la pasaba tan mal. Pero todo tomaba otro color en esos minutos en que nos podíamos reír, charlar y sincerar. Si bien yo era lo más honesta posible con él, sé de...

Nunca más

Ponerle nombre a las cosas, a los sentimientos, a lo que callamos y guardamos bajo la alfombra con un montón de polvo. Ponerle nombre a lo que se usa, a lo que llegó a su fecha de caducidad, a las prendas que decidiste regalar. Ponerle nombre a lo de hace seis años atrás, también a lo del 2016. Hoy, al fin, tuve la valentía de escribirlo por mensaje en Whatsapp. No se trata de victimizarse, se trata de intentar sanar por mis propios medios y sin la ayuda que realmente necesito. Claro, no es fácil gritar y escupir lo que llevo atragantado por años... una cascarita que si rasgas un poco, aún sangra. Quisiera que el día de mañana ya no salga líquido rojo, porque sé que no lo merezco ni nunca lo merecí. ¿Cómo alguna vez se me cruzó por la cabeza que podría merecerlo? Me cagaron la cabeza, me arrancaron a pedazos el corazón y se atrevieron a mancillar mi alma.  Nunca más, piba. Nunca más dejes que alguien quiera pisotearte, porque vos realmente VALES. Y si hace falta, relee esto las ...

Cierto día de mayo

Mi última entrada fue en febrero, si mal no recuerdo. Durante estos días los documentos de Word en Drive están presentes, no así los escritos en papel que son escurridos por la tinta de la lapicera. Supongo que el hecho de estar en medio de una pandemia hace que aflore la escritura o tenga más cosas por decir, o por vomitar en forma de palabras. Por más de que no suceda mucho en mi vida, pues "cuarentena", mi mente es otra cuestión, Trabaja más, a veces para peor. Me propuse reconectar con alguien de mi familia, aunque mi más grande deseo es poder hacerlo con dos personas. Lastimosamente, una de ellas está en otro plano (llámese cielo para los creyentes). En su memoria, trataré de hacer las pases con el pasado y transitar un futuro más ameno. "Nada es lo que parece" y ahora, con pesar, lo sé. Tuvo que pasar una desgracia, una enfermedad de mierda para que se cayeran las caretas. Pero cayeron, finalmente se desvanecieron. Eso es lo importante, la sensación de que ...

Tipo de amor

Con cada escrito, poema, carta, dulce, foto, libro, me rompo. Una partícula de polvo de mi lado lunar se desvanece con el viento, dándolo todo hasta el último soplo. Doy todo, sin esperar algo a cambio. Pero no soy tonta, también sé que lo merezco y que me encantaría tener ese tipo de personas en mi vida que te sorprenden, con lo que sea. Por alguna razón me rodeo de gente fría, gente con la que elijo consumir mi lado detallista aún sabiendo el costo que presupone eso. ¿Es mucho pedir aunque sea dos palabras en un pedazo de servilleta? ¿Una flor arrancada al pasar? ¿Una foto en Instagram sin que yo lo haga primero? Siento que pido mucho cuando en realidad son acciones que a mí me salen naturalmente, entonces no puedo entender al otro. Probablemente esté destinada a nunca ser felicitada con un ramo de jazmines luego de una función de teatro. Probablemente nunca me regalen un libro, por más de que hable de él y lo mucho que lo disfruté en su versión pdf. Probablemente nadie me quiera ...

Careteando felicidad

Es preciso escribir, aflojar el nudo en la garganta que raspa tanto como la miguita de pan que se entromete al comer, con desesperación, ese sándwich que tanto anhelaste.  No concibo otra manera de expresarme, no la encuentro tampoco. Pienso mucho, a todas horas y por la noche, entre sueños, aún peor. Retomando una frase de uno de los libros de Juan Solá "la cabeza es una máquina de hacer monstruos" y así lo creo, mi propia mente ha creado diversos enemigos que me pudren el alma. O ya la tengo podrida en sí. Siete días tiene la semana, de los cuales cinco son un pseudo-infierno de caretear mi desánimo. Los otros dos que quedan se dividen: en uno que momentos símil felices y el otro, neutro. Estoy cansada y la cama invita, no sé a qué pero me pide que me tome un tiempo para re-flexionarme y re-armarme. Pero no puedo, la vida golpea con su puño la ventana de mi pieza y me mira, caprichosa, esperando que salga a jugar. No tengo fuerzas para jugar, perdóname, hoy no puedo y no...